El estudio de la psicología y de las ciencias derivadas tiene en su ADN más básico cierta deslegitimización de la idea del mal. La gente no es mala, ni buena. En cierta forma son víctimas de un "fatalismo del medio, de la herencia y de las taras fisiológicas". Dependiendo del teórico, de la escuela o de la corriente, el malo es el contexto, la genética o las esquivas estructuras del coco.