Te presento una receta infalible para perder las próximas elecciones. Porque no hay recetas mágicas para ganar (si te lo dicen te mienten). Pero lo que sí hay es una receta que siempre conduce al abismo político.
Siempre.
Y no me digas que es la más utilizada. Que es cierto: es la más utilizada. Tan cierto como que la abrumadora mayoría de las campañas electorales fracasan.
Así que comparto contigo un listado con algunos de los principales ingredientes de la derrota política. Los puedes combinar como quieras. Aunque tal vez sería mejor idea que no los usaras:
No estudies al electorado. No vale la pena. Todo el mundo sabe lo que quiere la gente. Y en tu partido lo saben mejor que en los demás partidos.
Cuestiona duramente las encuestas. Cualquiera sabe que el que más las critica siempre es el que va ganando.
Organiza tu campaña a último momento. Personas inteligentes como tú saben hacerlo en un par de meses. ¿Para qué más?
Rodéate de personas que piensen igual que tú en todo. Que ninguna voz discordante arroje sombras sobre esa brillante imagen que te devuelven tus espejos.
Confía en tu olfato y en tu propia experiencia. Nada más. Y desconfía de asesores, consultores, publicistas y especialistas varios. Explícales que no se trata de una cuestión profesional. Es política y basta.
Pelea con todos los periodistas que puedas. Son molestos y debes ponerlos en su sitio.
Recuerda que tus adversarios son enemigos. Ataca y arrincona a cada uno de ellos.
Nunca pienses si hay que pegarles políticamente a los demás o no. Simplemente piensa cual es el mejor momento para hacerlo.
Habla para los otros políticos y no para la gente.
Construye un mensaje para todo el conjunto de la sociedad, no para uno o varios segmentos.
Miente a todos todo el tiempo. Nadie se dará cuenta.
No busques alianzas con nadie. Todos los demás tienen defectos. Solo los tuyos son buenos.
Nunca pierdas de vista que llegaste a dónde llegaste porque eres un gran comunicador. Nadie va a enseñarte nada.
Cambia de estrategia una o varias veces a lo largo de la campaña. Especialmente escuchando las opiniones de tu familia y de tus amigos.
Elige un jefe de campaña cuya principal virtud sea la obediencia. O mejor aún: tú mismo deberías ser el jefe operativo de la campaña.
No delegues nada. Tú eres imprescindible. Todo el tiempo y en todas partes.
Nunca dejes de acatar las voces de los pequeños grupitos de incondicionales que te esperan en cada barrio y en cada ciudad.
Ya sabes: aplica este recetario y perderás irremediablemente. No digas que no recibiste el mensaje.