-Yo creo que no, yo creo que siempre hay la posibilidad para un diálogo, en circunstancias más difíciles en otros países, en otros momentos, yo nunca olvido el diálogo que hubo entre Kissinger y Le Duc Tho, quien era el canciller de Vietnam del Norte. Y recuerdo la actitud del canciller de Vietnam del Norte que dijo a la pregunta ‘por qué usted no se sienta’: -‘Es que no ha llegado el señor Kissinger y por respeto lo tengo que esperar de pie’. Estaban en guerra. Y así ha habido circunstancias en América Latina, en Centroamérica donde ha sido posible buscar áreas de entendimiento. Siempre, claro, hay que decirlo, que quien puede propiciarlo con mayor capacidad y con mayor posibilidad y que el diálogo se pueda dar, es quien gobierna.
-¿Usted cree que hay voluntad en el Gobierno para ese diálogo?
-No, no se percibe, puede que haya una u otra persona, pero como equipo de gobierno, como mover lo político, por llamarlo inclusive en esos términos, hay quienes en el propio Gobierno dicen que ellos son una especie de modelo absoluto, que no hay otra verdad ni otro modelo distinto al suyo. Cuando se piensa así, en términos tan radicales, es muy difícil tratar de entender que hay otras formas de ver la vida, hay otras posibilidades. Hay alguna que otra individualidad.
-¿Y eso adónde nos lleva al final?
-Eso no nos conduce a ninguna parte positiva, porque en este país no se puede gobernar ni hacer nada sin la participación del otro.
-Profesor, ¿Qué evaluación tiene usted, ahorita, de la situación del país y del Gobierno, si le tocara dar una clase sobre esta materia?
-En primer lugar, veo al país, diremos, descompuesto, ciertamente es una sociedad que está muy fragmentada, muy descompuesta, que tiene un peso institucional muy débil. Es un país que se puede decir que está en pre-conflicto, que están dadas las condiciones para que se pueda producir alguna situación que nos conduzca a un conflicto mayor del que tenemos ahora y eso no es bueno, eso hay que atenderlo y eso es lo que obliga que tiene que ver con tu primera pregunta, obliga a entenderse, a entender al otro y obliga a que el Gobierno, que es el más responsable para buscar ese entendimiento y el que puede corregir.
-¿Usted, desde su posición de académico, qué visualiza?
-Fíjese, el problema inclusive no sería ni el tiempo, el tiempo existe formalmente y legalmente lo han dicho, pero si no existiera el tiempo el Gobierno debe estar muy interesado en pulsar la opinión pública. Cuando hay una crisis qué es lo que hace todo gobierno, bueno, en los gobiernos que son buenos parlamentarios se convocan nuevas elecciones; en otros gobiernos donde priva el Poder Ejecutivo, el gobierno trata de recoger alguna opinión y corregir parte de lo que está haciendo como programa. Es decir, hablar de que no hay tiempo es tratar de colocarle, es represar una situación en la cual mucha gente está pidiendo participar unos con la idea de cambiar el gobierno, otros quizás tratando o apostando que el Gobierno se mantenga, pero en todo caso, si se le niega la posibilidad -y eso está en la Constitución- y además ha sido propiciado, quienes gobiernan son en buena medida los actores principales de lo que llaman el Revocatorio, que tiene dimensión mundial y está en otras partes del mundo, debieran ser los más interesado en que eso que propiciaron ellos en la Constitución pueda ahora desarrollarse. De otra manera, eso puede generar dos cosas muy graves, frustración o la gente puede pensar que la vía democrática pareciera que está agotada para propiciar un cambio en el país. Yo creo que al Gobierno le interesa pulsar la opinión pública, que se exprese la colectividad, eso le puede permitir saber dónde se encuentra.
-¿A usted como venezolano, como profesor, cree que la salida del Revocatorio es parte de la solución del país?
-Yo creo que sí. ¿Por qué? Porque si uno es un demócrata uno tiene que apostar a los mecanismos democráticos para cambiar el gobierno, y el mecanismo democrático que tenemos en este momento, salvo la renuncia del Presidente, sería el Revocatorio, que permite eso, que la opinión pública, que el pueblo, no una individualidad ni un grupo, sino que el pueblo se exprese y diga, bueno, quiero o no continuar con este modelo.
-¿En el caso del desabastecimiento y la escasez, la universidad sufre eso también como institución?
-Sin lugar a dudas sí. Faltan reactivos, tenemos problemas inclusive para el transporte de los estudiantes, para el comedor universitario, para las salas clínicas, para todas las investigaciones de la Facultad de Farmacia, la Facultad Veterinaria, la Facultad de Agronomía. Todas las facultades nuestras requieren unos insumos que no se consiguen, o son muy costosas o el proveedor, diremos, no existe en Venezuela, es un proveedor externo. No tenemos dólares para abastecernos, es decir, muchas de nuestras investigaciones todavía persisten porque hay recursos que se han ahorrado de una ley que existió anteriormente, que permitía que la universidad pudiera proveerse de recursos para investigar. Pero una vez que eso se agote, se va hacer mucho más compleja la situación. La Facultad de Odontología, por ejemplo, que requiere múltiples insumos, tiene una pequeña parte de lo que requiere para que puedan funcionar las salas clínicas. Así pasa con la Facultad de Ciencias, las que utilizan laboratorios. Entonces, no se puede investigar si no existen esos insumos. Los profesores que están en el exterior se han reducido a 5 profesores, en el pasado tuvimos 300 profesores; no tenemos cómo hacer un seminario internacional, como asistir a congresos. De esa forma la academia se va afectando.
-¿Por qué, porque no tienen presupuesto?
-Porque no tenemos presupuesto y porque el Gobierno, además, ha dicho que no nos puede proveer de dólares porque hay otras, diríamos, necesidades que son mucho más urgentes. Yo creo que la educación es urgente, debería ser la prioridad para el Gobierno y no lo es. No lo es porque el trato que le da a las universidades es un trato absolutamente muy poco receptivo con respecto a ellas, muy poco comprensivo. De por sí el conocimiento es caro, pero mucho más cara es la ignorancia.
-¿Qué busca eso?
-Yo creo que hemos dicho que si bien no nos colocan un tanque en la puerta, sin embargo, por la vía de la asfixia presupuestaria, de la hostilización y la descalificación desde el punto de vista económico y académico, de esa forma van agotando la universidad.
-¿O sea que la universidad pudiera cerrar en un tiempo?
-Si esto sigue así tenemos una especie de bomba de tiempo que puede ser una especie de cierre inducido desde el Gobierno, si nos cierran el presupuesto, si no nos dan más presupuesto, si nos niegan la posibilidad de crecer académicamente, desarrollar los planes académicos y de investigación, es imposible seguir con las actividades naturales que tienen que ver con la vida universitaria y eso está pasando ahora parcialmente. Pero, pudiera acentuarse y eso sería muy grave porque la institución no tendría capacidad para continuar.
-Ha habido protestas en Cumaná y en otras partes del país, ¿Usted qué lectura le da a todo esto?
-Esas protestas tienen una razón muy válida, que el Gobierno ha intentado descalificar o atribuírselas a factores que no tienen nada que ver con el asunto, a factores externos, hasta el propio Obama o a Uribe, en fin. Hay aquí una situación de escasez y de hambre inusual en Venezuela. El tipo que uno percibe como existente en este país, como ciudadano de este país, no había habido una situación de escasez con hambre en Venezuela. Ha habido problemas, ha habido gente realmente con situaciones económicas muy precarias, pero hambre colectiva, personas que están en la calle, normales y corrientes, que no están instigados por nadie, que no forman parte de ninguna conspiración, simplemente están reclamando comida para sus hijos o para ellos mismos. Eso es inusual en Venezuela y esa es una parte del conflicto que tenemos y que el Gobierno se niega a ver. Yo he visto por ahí a Aristóbulo, que es un profesor, no hay que decir que no tiene talento tratando de decir que eso es ficticio, que eso es parte de una conspiración y no lo es, es un problema social muy importante. Debe recordar que la revolución rusa y la revolución francesa comenzaron por la escasez de pan. Cuando hay escasez de comida, bueno los ánimos y la desesperación de las personas lo pueden conducir a lo que los ha conducido, a la protesta. Y cuál ha sido la respuesta del gobierno. El gobierno siempre criticó una frase que se le atribuye a Betancourt: “Que las calles son de la policía y no del pueblo”. Entonces, ahora el Gobierno está poblando las calles de policías y eso significa que no goza de buena salud la democracia venezolana. Mientras más policías se exhiben menos estabilidad tenemos en Venezuela.
-¿En su casa han sufrido el problema del desabastecimiento y la escasez, usted ha vivido las colas?
-Cómo no, yo hago cola.
-¿Sí, muchas, cuánto tiempo?
-Ayer hice una de hora y media, he hecho cola de dos horas, también lo hace mi hija y lo hace mi esposa, toda la familia nuestra está entrenada para las colas, pero como soy el único masculino, me corresponde hacer las colas más largas y más continuas.
-¿Y no le ha tocado comprar a los bachaqueros?
-Sí, claro que sí. Yo no sé si eso es un delito, pero en momentos de circunstancias el proveedor, en este caso no importa, y eso lo hace todo el mundo en Venezuela, hasta la propia gente del Gobierno, tengo vecinos que son del Gobierno que se abastecen con bachaqueros y después nos abastecen a nosotros.