Semblanza sobre Edgar Quiñónez, escrita por la Cronista Belky Montilla de Romero y leída el 19 de noviembre de 2005, en Sesión Solemne y Extraordinaria con motivo de ser Orador de Orden el Día de Yaritagua, celebrado en la Casa de la Cultura “José Blanco Peñalver”.
Era la época del Rock and Roll, del amor y paz, de la música romántica venezolana, de allí la inspiración que conjuga el amor entre dos seres muy especiales, José y Mercedes, quienes vieron su manifestación palpable en los ojos achinados de su segundo hijo, fruto de ese amor, quien vino a completar esta hermosa familia, conformada también por sus hermanos: Belkis, Elizabeth, Orlando y Martha.
Sus estudios primarios los realiza en la Escuela Manuel Cedeño, donde mostró sus dotes, al conformar un dueto con su hermano Orlando, (QEPD) quienes acompañados por un cuatro interpretaban canciones de esos tiempos, por lo que eran escogidos para cuanto acto cultural se realizara. La música se fue metiendo en sus venas, albergada en su corazón.
También se le recuerda con su cesta preparada por su mamá, contentiva de aquellos pastelitos que eran una delicia, no solo para los alumnos de la escuela sino también para todos los citadinos. Indudablemente que, ella, la señora Mercedes, ocupa un sitial en la gastronomía Yaritagüeña, además de ser, junto a su viejo, el señor José o Quiñonez como era mejor conocido, ejemplos vivientes de una linda familia.
No es de extrañar que éstos irradiaran su amor a la cultura, pues a su padre se le debe parte de la creación de la primera sede de institución donde hoy nos encontramos y que posteriormente fuera inaugurada con justicia con el nombre de Casa de la Cultura José Francisco Blanco Peñalver.
Aquí tuvo su primer contacto con el profesor Pablo Ramírez, quien posteriormente se convertiría en modelo a seguir y que en la actualidad, Yaritagua se siente orgullosa de aquel hijo que alguna vez le escribiera, la canción La Cenicienta, y de éste, al cual honramos hoy.
Edgar Quiñónez, músico, compositor, arreglista y director musical, quien ha puesto la música de más de un centenar de canciones e himnos que se escuchan por toda Venezuela y hasta fuera de ella.
Sus primeros pasos en el estudio de la música lo inició en la guitarra clásica, teniendo como maestros, entre otros, al famoso Alirio Díaz y al Chueco, Rodrigo Riera.
Luego incursionó con el piano y aquel viejo instrumento de cuerdas, ubicado en la Casa de la Cultura se convirtió en su mejor aleado, de él sacaba armoniosos acordes.
Luego se interesó por el juego de las voces humanas y a pesar de su corta edad ya soñaba con ser un famoso director coral, por lo que comienza a organizar la policromía vocal, difícil arte, sin embargo, a través de sus manos se fueron acoplando rítmicamente hasta alcanzar la formación de su primer grupo coral, luego vino la Coral “Oswaldo Méndez” con la cual recorrió casi todo el país, en festivales nacionales e internacionales.
De esos pasajes se recuerda aquella vez cuando en Santa Teresa del Tuy, donde tuvo la oportunidad de conocer al licenciado Henry Texier, compañero y hermano de Oswaldo Méndez, quien emocionado y sentado en el piso fue sacando de una maleta, cual tesoro, todos los recuerdos compartidos con este ser que les unía, cual cordón umbilical.
De allí, como magia fueron saliendo cassette, su ropa, fotos, la guitarra y hasta un libro de poemas inéditos, de este ilustre yaritagüeño, caído en Las Azores, España, un 3 de septiembre de 1976.
Edgar, agradecido por todos esos detalles le devolvió sus atenciones con el arreglo de una de las canciones de este coralista yaritagüeño, trágicamente fallecido, composición que ha paseado por todo el mundo:
Aférrate a la vida Tanto como puedas Aunque desesperes Por respirar La vida va a decir El precio por amarnos Nos dará la libertad.
La vida musical de Quiñónez siguió creciendo, van surgiendo nuevos retos y se presentan nuevas oportunidades, es así como le corresponde dirigir el orfeón Universitario del Instituto Universitario de Tecnología Antonio José de Sucre, La Coral Fudeco, Coral CIEPE, Coral del Ministerio de Sanidad y posteriormente fue director de la Escuela de Música Blanca Estrella de Méscoli.
Indudablemente, a Edgar se le debe la organización del movimiento coral en el Estado Yaracuy. Este músico yaritagüeño ha viajado con su musa por Italia, España, Portugal y otros países.
En 1997 fue Director del Coro y de la Orquesta Sinfónica en los actos protocolares de los Juegos Nacionales Juveniles, celebrados en nuestro estado.
No obstante, su sueño todavía no se había cristalizado, pues para él era una necesidad fundar una orquesta en su pueblo natal para albergar todos esos talentos musicales y vocales que él sabía, se esconden por los rincones de su suelo nativo, convirtiéndose en un rico potencial, pero que hay que estimular y es a través de la escuela, en este caso la orquesta, donde se puede moldear hasta alcanzar notas brillantes que logren emularle, ya que su mayor felicidad es ver la continuidad de su trabajo.
Cuestión que se magnifica durante el año 2001, cuando 150 niños y jóvenes bajo su dirección ven la luz con el nombre de la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil de Yaritagua.
Entonces, pudiéramos decir que Edgar no ha arado en el mar y se ha hecho profeta en su pueblo, pues Yaritagua se siente orgullosa de tener este hijo que nos diera, José y Mercedes:
¡Saludos Maestro! Caminante no hay camino Se hace camino al andar.